Como os decía a veces la vida te deja seguir tus aficiones de modo continuado y otras no, supongo que a todos nos pasa.
Después de unos años de tribulaciones y paseos por hospitales, llegó un periodo de rehabilitación en el que las horas eran de 200 minutos y los días de 60 horas.
Época de lectura, escritura, pintura, labores, ver la tele, etc.Aunque parezca mentira en ocasiones los días son demasiado largos.
Yo, había intentado aprender a hacer “Lagartera” pero aquello llevaba mucho tiempo, y prefería mi punto de cruz, que era rápido y progresaba bastante más.
Con todo ello, mi madre me compró tela para hacer una colcha a Lagartera, y yo ni corta ni perezosa, le dije que tela roja e hilo blanco. En mi mente sabía de sobra que de Lagartera nada de nada.
Como quién no quiere la cosa comencé a hacerle una cenefa de unos diez centímetros a punto “yugoslavo”, fueron meses y meses interminables de pasar aguja y hacer pinitos, y cuadrar las esquinas fue de novela de terror.
A esas alturas, mi madre se había dado por vencida de que lo de la Lagartera no iba conmigo. La cosa era que ponía en el centro de la colcha.
Después de unos años de tribulaciones y paseos por hospitales, llegó un periodo de rehabilitación en el que las horas eran de 200 minutos y los días de 60 horas.
Época de lectura, escritura, pintura, labores, ver la tele, etc.Aunque parezca mentira en ocasiones los días son demasiado largos.
Yo, había intentado aprender a hacer “Lagartera” pero aquello llevaba mucho tiempo, y prefería mi punto de cruz, que era rápido y progresaba bastante más.
Con todo ello, mi madre me compró tela para hacer una colcha a Lagartera, y yo ni corta ni perezosa, le dije que tela roja e hilo blanco. En mi mente sabía de sobra que de Lagartera nada de nada.
Como quién no quiere la cosa comencé a hacerle una cenefa de unos diez centímetros a punto “yugoslavo”, fueron meses y meses interminables de pasar aguja y hacer pinitos, y cuadrar las esquinas fue de novela de terror.
A esas alturas, mi madre se había dado por vencida de que lo de la Lagartera no iba conmigo. La cosa era que ponía en el centro de la colcha.
La providencia quiso, que entre unas revistas viejas que no sé ni de donde salieron, apareciese un maravilloso diseño de una cortina a “Crochet”. Por si no había tenido bastante con la cenefa infernal, ataqué con el cesto de flores y frutos, que en algunas partes del diseño le faltaba la tintura y no tuve más opción que improvisar.
Total, que al final, y cuando terminé, lo de la colcha roja y blanca ya me parecía demasiado “Friki”. Y le puse una puntilla (esta vez comprada, que ya estaba hasta las narices de la labor) y ahora es un mantel maravilloso que luce orgulloso todas las navidades encima de la mesa del comedor. Con la tela de los volantes realicé las servilletas y lo que lamento es que no me quedase más pues fueron muy útiles y muy agradecidas de lavar y planchar.
¡ Que bonita! al final nadie pregunta lo que tardaste.
ResponderEliminarEl otro dia entre ha dejarte un comentario, pero parece que no lo hice bien, porque no quedo reflejado.
Besos.
Pues no digo que no fuera una lata hacerlo, pero es ¡¡¡¡¡¡¡¡¡precioso!!!! Besos, Mª José (majogonga)
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