Hola chicas ya estamos en noviembre y parece que no,
pero hace un mes, que retome la sana costumbre de publicar ciertas cosas que me
llaman la atención y que voy recopilando, no se sabe bien porqué razón, quizás
para escribir un libro, o una gran enciclopedia de la costura, o quizás
simplemente para transmitirlas en este humilde rincón donde me visitáis.
El
tema de hoy es la imprescindible y valiosísima máquina de coser;
La
mayoría de nosotras nos hemos criado con este utensilio doméstico en casa, bien
porqué nuestras abuelas y madres lo tenían, bien porqué nosotras mismas lo
utilizamos, la máquina de coser ha tenido una evolución sorprendente y ahora cada
vez son más precisas y sofisticadas, pero…quién no conserva la vieja máquina
familiar o se ha comprado una en algún mercadillo?
Yo
personalmente tengo varias, una pequeña de 1880, dos de
juguete de los años 70, y la típica Singer, de cabeza negra y dorada que
es la usualmente conocemos.
Hace
poco leí un artículo precisamente sobre Singer, y su “revolución” en el mundo
de la costura, pero antes de que esta empresa, se hiciese con el mercado, la
máquina de coser tuvo otros protagonistas.
Entre
las tareas domésticas más pesadas y en las que más invertía su tiempo una
mujer, era precisamente coser… todo se cosía a mano, sábanas, vestidos,
cortinas, toallas, y todo tipo de menesteres textiles, que con los años se
fueron añadiendo a los hogares… las personas más pudientes tenían a sus propias
costureras así cómo lavanderas, y planchadoras, las mujeres hilaban, tejían,
bordaban y cosían todo el ajuar textil de su familia y quitándose horas de
descanso y sueño, también para quien pudiese pagarles por ello.
En
1830, un francés llamado Barthélemy Thimonnier, diseñó y fabricó una máquina de
coser, recibiendo un encargo del propio gobierno francés para producir
uniformes para el ejército. Pero pasó que los sastres, vieron que esta
invención arruinaría sus negocios, igual que se quedarían sin
trabajo para su sustento, a si que ni cortos ni perezosos, se las ingeniaron
para destruir las máquinas en 1831…
El
diseño de Thimonnier, en cualquier caso, inició un principio de mecanización de
la costura a mano.
Alrededor
de 1832-1834, Walter Hunt, un estadounidense en la ciudad de New York,
materializó esta idea de mecanizar la costura a mano, en una máquina con aguja
curva con punta de ojo, que se movía en un arco mientras transportaba el hilo a
través de la tela, en el otro lado del cual se enclava con un segundo hilo
transportado por una lanzadera que funcionaba de ida y vuelta en una pista. El
error del señor Walter Hunt, fue no patentar su invento.
En
1846, Elias Howe, un inventor también estadounidense, patentó, una máquina con
los mismos principios que la inventada por Walter Hunt.
Elias
Howe, nació en 1819, en Spencer, Massachusetts, y a lo largo de su vida fue
mecánico e inventor, desde niño estuvo interesado por las máquinas, aprendió el
oficio de “maquinista” lo que ahora sería un Técnico de mantenimiento, y
trabajó en una fábrica de Algodón. (En la revolución industrial, hilar el
algodón y las desmotadoras, fueron piezas clave).
Viendo
sus dotes para la mecánica, algunos le sugirieron la idea de que inventase una
máquina de coser, pues el que lo hiciese ganaría una gran fortuna. Durante los
cinco años siguientes Howe pasó todo su tiempo libre en el desarrollo de una
máquina de coser práctica y se le otorgó su patente como he dicho antes en 1846.
Pero
los sueños de fama y fortuna no acompañaron a Elias Howe, en Estados Unidos, no
tenía gran éxito su invento, y se trasladó a Inglaterra, donde vendió los
derechos de su patente para ese país por £ 250 ($ 1,250)
Ya
en Inglaterra trabajó duramente por £ 5 a la semana en perfeccionar
una máquina para coser cuero y materiales similares. Antes de que su situación
financiera empeorase aún más, logró enviar a su familia de vuelta a los Estados
Unidos. Cuando regresó totalmente indigente, encontró a su esposa moribunda,
años de desilusión y desánimo le siguieron, descubrió que, mientras él estuvo
en el extranjero, las máquinas de coser se fabricaban y vendían ampliamente por
lo largo y ancho de Estados Unidos violando así los derechos de su patente.
Claramente
la máquina de Howe, había sido considerablemente copiada, lo que condujo a un
extenso litigio de patentes, finalmente Isaac Merrit Singer, que era
el mayor fabricante, llegó a un acuerdo con los abogados de Howe, pagándole a
este desde 1854 hasta la expiración en 1867 una prebenda por la utilización de
su patente.
En
1860 se fabricaron más de 110.000 máquinas de coser solo en los Estados Unidos.
Desde
entonces existen, han existido, y existirán supongo, cientos de marcas y
modelos.
En
principio dorada y negra, modelos que se “escondían” en sofisticados muebles
para el hogar, bien con una caja, que tapaba la cabeza de la máquina, bien con
una cabeza que se bajaba convirtiendo esta en una práctica mesa, o también en
un mueble que escondía la máquina completa, no sirviendo este nada más que de
adorno.
En
los primeros años, la máquina de coser era un lujo que solo se podían permitir
unos pocos, las mujeres aprendían en talleres, o en fábricas que se prodigaban
por todas partes, pero a pesar de todo, las mujeres siguieron cosiendo, ahora
más rápido, y con una herramienta que le ayudaba completamente, pronto la
máquina no sólo cosía , también bordaba, sábanas y ajuares se hicieron en un
abrir y cerrar de ojos con este instrumento, millones de mujeres en todo el
mundo la emplearon para realizar sus vestuarios, lo de sus familiares, y
también para vender.
De
las muchas marcas antiguas, me llaman la atención especialmente dos, Opel y
Peugeot, nombres que asignamos comúnmente a la automoción, pero que empezaron
sus andanzas en la mecánica, entre otras cosas con máquinas de coser.
Entre
la primera Singer, y supongo la última que acaban de poner en el mercado, por
qué esta empresa nunca ha dejado de fabricar máquinas de coser, han pasado unos
ciento setenta años más o menos, pero la “magia” de poder coser con una de
ellas no ha menguado… muchas de nosotras cosemos por placer, cuando nuestras
antepasadas lo hacían por necesidad, pero no podemos olvidarnos ni perder esta
habilidad porqué ellas, todas, nos enseñaron, que con paciencia, hilos, unas
telas, y un poco de destreza, podemos hacer maravillas…
Un
besote para todas, y que paséis un feliz domingo otoñal.
Curiosa historia, me ha encantado
ResponderEliminarNunca podía imaginar q peugeot hubiera hecho máquinas d coser, muy muy curioso
Gracias
Buenos días . Como siempre desayuno con Jota. Un momento único . El artículo fantástico y los carteles maravillosos. Soy una enamorada d3 esa publicidad. Un besote amiga
ResponderEliminarEste inventó a mi me encanta.
ResponderEliminarUn beso.