La Rotura de un Tacón, y sus Consecuencias.

En varias ocasiones he expuesto, que mi afición por las labores y la lectura, amén de que me gusta mucho, las he tenido que venir desarrollando a lo largo de mi vida, por estar casi siempre debilitada con algún tipo de enfermedad o accidente (el Karma que siempre me pone a prueba).

Bueno ,pues como hacía tiempo que no me pasaba nada y el Karma no quería que me durmiese en los laureles, en el  año 97, en una soleada mañana de jueves santo, yo y mi afición por algunas cosas bellas  de este planeta, se vieron involucradas en un accidente de esos llamados “tontos”. Pero cuyas consecuencias, me tuvieron postrada  durante más de seis largos meses, del sillón a la cama, de la cama al sillón, con la pierna en alto y escayolada.

Ocurrió de la manera mas simple, un tacón pequeño, cuadrado, que de repente se despega del zapato, se dobla el pié y yo me fracturo los dos maléolos, el interno y el externo, así, para que no se tuviesen envidia el uno del otro.
 Después de pasar varios días en el hospital , y de que todos los vecinos y amigos, viniesen a preguntar y a enterarse de lo que me había ocurrido, la verdad es que las horas se hicieron especialmente largas.

Mi hermana, que por aquel entonces, trabajaba en Toledo, me trajo una copia de un bonito diseño, algo que había realizado tiempo atrás una conocida suya. La verdad que cuando lo vi, me enamoré totalmente de él. Tanto es así, que aunque no podía ir a comprar ni hilos, ni tela, mi querida “tati” se encargó de adquirirme todo lo que necesitaba, y hasta mi marido, me compró una caja entera de hilo blanco, pues es el que más utilicé para este diseño.

Ni que decir tiene, que en esa época, me veía en la tele hasta las telenovelas, (por dios cada vez que me acuerdo). Pero eso si, yo le daba a la aguja, venga y venga, y ahora un poco más… Llegó el día de mi operación, y allí estaba yo en la habitación del hospital, cargada con mi bastidor, mi caja de hilos, mi patrón y mi pata chula.



Diseño original de Lavender y Lace



Todo el que pasaba por el pasillo, se quedaba mirando, seguro que si me hubiese estado enrollando un canuto, la gente no se hubiese sorprendido tanto. Pero lo cierto fue,  sorprendía mucho la labor. Tanto es así que cuando la terminé y la enmarqué, se la presté a la dueña de la tienda El Ajuar, que es donde yo suelo comprar parte del material que utilizo.

Y esa fue la revolución del pueblo de Illescas, en el punto de Cruz, hubo montones de personas que quisieron hacer el cuadro, para más “inri” el diseño estuvo tiempo descatalogado, y no lo encontraban para venderlo.

Por otra parte, esta doble moral que algunas veces nos ataca de gastarnos un pastón en hilos y tela, pero a la hora de comprar un diseño se nos abren las carnes. Fue el detonante de que al final, me tuviese que llevar el cuadro para casa.

 La verdad es que fue un verdadero  reguero de mujeres pidiendo el patrón, y yo ya comenzaba a estar un poquito hasta las “madejas”.

Pero que bonito que me quedó a que si???

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