Hola Chicas, como lleváis este mes
de abril, tan inusualmente lluvioso??? Muchas seguramente estaréis con vuestras
labores ya sean de Patchwork, Crochet, o Punto…
Las que me conocéis sabéis mi
empeño en indagar en la historia de todo aquello que me apasiona en la vida, y
una de las cosas que a veces hago es ponerme con un par de agujas y tejer,
mayormente nunca hago nada relevante, solamente que el sonido constante de las
agujas chocando, tiene un extraño efecto sedante que me relaja.
A lo largo de la historia, en su
mayoría las mujeres siempre han tejido de uno o de otro modo, gorros, bufandas,
calcetines, mitones, mantas, ropa de bebé, etc.… últimamente como todo vuelve,
han vuelto las “tejedoras” y “tejedores” pues aunque pueda parecer raro, hubo
muchos hombres que tejieron y aún lo hacen.
Hoy quiero empezar por una historia
que he encontrado hace poco y me ha conmovido especialmente y quiero haceros
participe de ella, si es que no la conocéis ya.
Cuando leemos o vemos en el cine o
por TV, historias de mujeres espías, siempre suelen ser el arquetipo de la “femme
fatale” una especie de Mata Hari, usando
sus encantos y habilidades sexuales para obtener la información deseada, guapísimas,
esculturales, con acento provocador, y que manejan todo tipo de recursos y artilugios para sus tramas
de espionaje.
Pero, lo cierto es que la mayoría
de mujeres espías que participaron en las dos Guerra Mundiales, no encajan, ni
de lejos en ese modelo ideal.
La verdad es que hubo mujeres, que
con una apariencia totalmente anodina, conocieron y desarrollaron durante el
tiempo de guerra un lenguaje en código a través de las posiciones de sus agujas
de tejer. Mujeres ancianas tejiendo en lugares de escucha y codificando las misiones
a través de sus puntadas, mujeres que escribían mensajes ocultos en los nudos
del punto. Esta es una historia del idilio poco conocido entre el punto y el
espionaje.
El arte de recopilar información en
el tejido no es algo nuevo. Ya los Incas desarrollaron los Quipus (conjuntos de
nudos de colores) como instrumento nemotécnico utilizado para la comunicación y
también como un registro de expedientes de los gobernantes. Los Quipus consistían
en uniones de cordones en forma de cadenas de distintos colores y con adornos
como plumas y huesos, donde cada nudo situado en determinado lugar tenía un
significado o mensaje distinto. Desafortunadamente, los pocos que aún se
conservan aún no han sido descifrados por lo que se desconoce la información
que realmente contienen.
Por lo general, las mujeres espías
en territorios ocupados durante la I Guerra Mundial fueron contratadas para
peligrosas tareas como conseguir información de los alemanes que ocupaban sus
pueblos, cifrarlas y transmitirlas así como organizar redes clandestinas porque
sus movimientos despertaban menos sospechas que los de sus colegas masculinos.
Uno de los servicios de inteligencia más destacados fue “La Dame Blanche”,
principal organización de resistencia en Bélgica cuyo personal era en gran parte
femenino, y era reclutado sin tener en cuenta la clase social, o la edad (incluían
tercera edad y menores).
Marthe Cnockaert Espía Belga 1914 |
Debido a que a las mujeres se las
animaba a tejer calcetines, gorros y pasamontañas para los soldados durante los
conflictos bélicos, como la Guerra Civil Americana, y las Guerras Mundiales, el
trabajo de tejedora era una tapadera fácilmente utilizable para las mujeres espías.
En el libro Writing Secret Codes and Sending Hidden Messages, (Escribir códigos
secretos y enviar mensajes ocultos). Sus autores aseguran que después de que el
código Morse fuera inventado, (1830), pronto se dieron cuenta de que la cuerda
y el hilo se adaptan bien a este código en el que un nudo de lazo ordinario
equivaldría a un punto y un nudo en forma de ocho a un guión.
De esta manera y a pesar de no poseer
apenas recursos ni tecnología, el uso del tejido fue un soporte ideal, ya que
cada prenda de punto está realizada de diferentes combinaciones de sólo dos
puntos; una puntada lisa parecida a una “v”, y una puntada similar a una línea
horizontal. Así, al hacer una combinación específica de tejidos de punto y púas
en un patrón predeterminado, las espías podrían pasar un pedazo de tejido
personalizado y leer el mensaje secreto inserto en cualquier prenda (bufandas,
gorros, calcetines).
Pero el arte del punto y el
espionaje no es algo único de la I Guerra Mundial. En muchos casos, el hecho de
ser una tejedora, incluso si no realizaba telas codificadas, era suficiente
para reunir información, y esta tradición continuó décadas después durante la
Segunda Guerra Mundial.
En Bélgica se contrataban mujeres
para tejer en los andenes, y avisar con sus tejidos del paso de las tropas por
dichas vías. Esto condujo a la prohibición de la Oficina de Censura de patrones
de tricotado, pues el tejido usado por la Resistencia Belga, durante el
conflicto bélico, incluía el lanzamiento de una puntada con forma de agujero
por cada tren que pasaba ayudando así a dicha resistencia a seguir la logística
de sus enemigos.
Estas mujeres comunes haciendo
cosas cotidianas, constituyeron una gran ayuda a los agentes de Inteligencia
Secreta… Una de ellas Fue Madame Levengle, una mujer que se sentaba frente a su
ventana tejiendo, mientras que con sus talones iba golpeando el suelo para
mandar señales a los niños que se encontraban el la habitación de abajo, sus
hijos fingiendo hacer los deberes, anotaban los códigos que les trasmitía su
madre mientras que un mariscal alemán se quedaba en su casa.
En un tiempo en el que cualquiera
vecino o amigo podía delatarte, las mujeres emplearon su inteligencia y astucia
para simular que continuaban con sus vidas cotidianas, al mismo tiempo que
comunicaban sus mensajes secretos con la esperanza de poner fin a la guerra.
Otra de aquellas heroínas fue Phyllis
Latour Doyle, agente secreto de Gran Bretaña, pasó años de contienda
recopilando información en sus prendas de punto. Doyle se lanzó en paracaídas
sobre Normandía, ocupada por los nazis en 1944 y se hizo pasar por una vendedora
de jabón francesa, ofreciendo su mercancía a los soldados alemanes. Así sus
madejas fueron poco a poco llenándose de secretos anudados que después se
descifrarían con Morse.
Doyle secretamente transmitió 135
mensajes codificados a los militares británicos antes de la liberación de
Francia. Se trataba de una valiosa información sobre las posiciones de tropas,
que se utilizó para ayudar a las fuerzas aliadas a prepararse para el
desembarco de Normandía el día D, y durante la campaña militar posterior.
Durante setenta años, sus contribuciones al esfuerzo bélico habían sido prácticamente
ignoradas, a sido por fin, tras pasar los 93 años, que se le reconoció con el galardón
de la más alta distinción en Francia el
Chevalier de la Legión de Honor.
Para las personas no versadas en el
arte del punto, los patrones de los tejidos pueden parecer indescifrables, lo
que para muchos de los responsables encargados de averiguar si un tejido contenía
un mensaje o no, esta misión llegaba a desatar la paranoia con especular de lo
que los patrones podrían significar…
Durante la 2 ª Guerra Mundial, la reina Isabel, la Reina
Madre, celebró sesiones semanales de grupo de tejer en el Salón Azul del
Palacio de Buckingham para aumentar la moral.
Hitler se refirió a ella como la mujer más peligrosa de
Europa. ( The Fabric of Britain de la BBC )
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Y aquí lo dejo por hoy, esta
historia continuará, con más protagonistas… un abrazo para todas, gracias por
estar a mi lado y espero que vuestras manos no paren nunca de tejer, coser, crucetear
y crear…
Buaaaaaaaaaaaaa! Que chulo!!
ResponderEliminarLo que me gusta a mi el espionaje....
Muchísimas gracias por traer esta historia taaaaaan chula!
Un Besazo!!
Que historia tan chula ,me ha parecido de lo mas interesante !!!!!
ResponderEliminarGracias por compartirla .
Besitos
Qué interesante.... ¡¡con lo que me gusta tejer!!
ResponderEliminarBESICOS.
Muy interesante, voy a quedarme un ratito por tu blog.
ResponderEliminarQue tengas un día estupendo.
Me ha parecido apasionante... Gracias por explicarnos esta bonita historia.
ResponderEliminarBesos
Elena
Muy interesante toda esta historia. Me ha recordado mucho a El tiempo entre costuras, donde la protagonista utilizaba sus patrones codificados para pasar la información confidencial que sus quilientas alemanas le trasmitían mientras les probaba sus trajes.
ResponderEliminarBesos
Hola Jota ,cuanto tiempo sin pasearme por tu blog.... Qué historia mas bonita...Un fuerte abrazo y muchos besos..
ResponderEliminarRoser